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lunes, 24 de junio de 2013

El encuentro





Aquel día hacía un calor insoportable.  Aún me faltaban treinta minutos, caminando a buen paso, para llegar a casa.  Sentía una sed acuciante.  Decidí entrar en el primer bar que me encontrara en el camino.  Inesperadamente hallé uno nuevo que ocupaba un antiguo local de tapicería.  Entré sin reparar que al fondo sonaba una música muy suave y que algunas parejas estaban bailando. Pedí una botella de agua mineral y me senté en una mesa cercana al mostrador.  No puedo recordar cómo pero, sin pensarlo, me dirigí a la pista y comencé a moverme siguiendo el ritmo que marcaba la música.  De entre las sombras, surgió él.  No podía creerlo.  Llevaba, como siempre,  su sombrero de fieltro negro y sonriendo abiertamente se dirigió a mí invitándome a bailar. Hizo una señal a la orquesta y comenzó a cantarme suavemente, con esa voz apasionada y hermosa que él tiene,  I´m your man.  Bailábamos enlazados. Su mano derecha suavemente posada sobre mi cintura dirigía el baile y yo sólo me dejaba llevar por todas las sensaciones que en aquél momento me dominaban. Algo mágico y realmente extraordinario estaba sucediendo. Al fondo y sobre el techo ví  al dios Cupido apuntándome con sus flechas doradas y sonriéndome con picardía.  ¡No era posible Cupido no es más que un mito! Pensé.  Tienen que ser consecuencias del terrible calor y de la sed que he soportado esta mañana.  Volví a mirar para cerciorarme pero la imagen había desaparecido.  Leonard, pues era él, sin ninguna duda, seguía cantando muy cerca de mi oído, mi canción preferida.  Nunca he admirado a ningún hombre mayor tanto como a él y ahora él, me estaba musitando las más bellas palabras que un hombre puede decir a una mujer a la que ama: I´m your man.

Me retuvo suavemente entre sus brazos y posó sus labios en mi hombro izquierdo. Sentí un placer inmenso y una oleada de intenso calor, algo muy semejante al fuego y creo que ese beso se grabó sobre mi piel, atravesó el tejido de mi blusa y se ha quedado conmigo para siempre.

-¿Señora, perdone, se encuentra bien?

Abrí los ojos y todavía muy confusa respondí:

-Sí, gracias, he debido quedarme traspuesta.

 No salía de mi asombro al comprobar que el sonriente camarero tenía la misma cara que el dios Cupido y que al fondo del local  no había nadie, el bar estaba completamente vacío y tampoco existía la pista de baile.  Todo había sido un bello sueño.  Pagué y me dispuse a continuar mi caminata. La impresión había sido tan real que mi cerebro tardó algún tiempo en asimilarlo.  Nunca podré aclarar que pasó porque mientras hacía el camino hacia casa sentía el beso de Leonard quemando mi piel. Y desde entonces, siempre que lo recuerdo, con mi mano derecha trato de aprisionar la sensación.  Y, además, la sonrisa de aquel extraño camarero de ojos intensamente azules, cabello ensortijado y rostro barbilampiño... Una alucinación sí pero ¿y el beso…?


Cuento realizado por Franziska el día 26/08/2012
 para “El club de las letras mágicas”
El tema, sugerido por Rocio Muñoz, un relato con personaje mitológico.

Alcalá de Henares, 24 de junio de 2013